2.12.07
La marcha de los pingüinos
Lic. Diego Caminos diecaminos@yahoo.com.ar
Las últimas elecciones permitieron que Cristina Kirchner sea la primera mujer que accede a la presidencia por el voto popular. Además, sucede a su esposo en el Poder, siendo esto algo sin precedentes en el mundo. Así, Argentina celebrará su Bicentenario con una Presidenta sentada en el sillón de Rivadavia.
Pero, ¿cómo logró el kirchnerismo esta clara victoria? Enamorando a la clase media, recuperada por una economía que fue el logro decisivo de esta administración, además de los gestos dirigidos a recuperar valores, como los concernientes a los derechos humanos, y mejorar la calidad institucional, por caso la renovación de la Corte Suprema.
No obstante, si bien Cristina ganó en la provincia de Buenos Aires, fue derrotada en Santa Fe y Córdoba. Ese déficit muestra flaquezas de la gestión política central, dada la forma deficiente con que se manejaron las relaciones políticas entre dicho poder y nuestra provincia en particular.
Este no es un dato menor, máxime si recordamos la proclamación de las autoridades y legisladores cordobeses electos el 2 de septiembre pasado, empañado por un patético proceso postelectoral que provocó a la Provincia un daño institucional, político y moral como nunca antes visto. Entonces el objetivo es, en primer lugar, recuperar a Córdoba de la crisis vivida y devolverle el prestigio político de otros tiempos, restableciendo así la confianza de la ciudadanía en las instituciones y los partidos. Y, en segundo lugar, urge que toda la dirigencia política -sin distinciones provinciales- construya un clima de diálogo y consenso, para superar el ambiente destructivo generado por peleas internas y fuegos cruzados desde y hacia el Poder central.
Este debe ser el tiempo de una política distinta para corregir errores mediante actos de concertación sinceros, para que nuestra atribulada sociedad definitivamente se proyecte hacia un mejor porvenir.
Las últimas elecciones permitieron que Cristina Kirchner sea la primera mujer que accede a la presidencia por el voto popular. Además, sucede a su esposo en el Poder, siendo esto algo sin precedentes en el mundo. Así, Argentina celebrará su Bicentenario con una Presidenta sentada en el sillón de Rivadavia.
Pero, ¿cómo logró el kirchnerismo esta clara victoria? Enamorando a la clase media, recuperada por una economía que fue el logro decisivo de esta administración, además de los gestos dirigidos a recuperar valores, como los concernientes a los derechos humanos, y mejorar la calidad institucional, por caso la renovación de la Corte Suprema.
No obstante, si bien Cristina ganó en la provincia de Buenos Aires, fue derrotada en Santa Fe y Córdoba. Ese déficit muestra flaquezas de la gestión política central, dada la forma deficiente con que se manejaron las relaciones políticas entre dicho poder y nuestra provincia en particular.
Este no es un dato menor, máxime si recordamos la proclamación de las autoridades y legisladores cordobeses electos el 2 de septiembre pasado, empañado por un patético proceso postelectoral que provocó a la Provincia un daño institucional, político y moral como nunca antes visto. Entonces el objetivo es, en primer lugar, recuperar a Córdoba de la crisis vivida y devolverle el prestigio político de otros tiempos, restableciendo así la confianza de la ciudadanía en las instituciones y los partidos. Y, en segundo lugar, urge que toda la dirigencia política -sin distinciones provinciales- construya un clima de diálogo y consenso, para superar el ambiente destructivo generado por peleas internas y fuegos cruzados desde y hacia el Poder central.
Este debe ser el tiempo de una política distinta para corregir errores mediante actos de concertación sinceros, para que nuestra atribulada sociedad definitivamente se proyecte hacia un mejor porvenir.
